EL CAPRICHO DE JOHANNA ORTIZ• BAILAR SIN ZAPATOS Y CONQUISTAR AL MUNDO
Así aparecieron, como caprichos, los sellos de Ortiz reinterpretados: esta vez de forma más divertida, liviana y extravagante: sus reconocibles mangas bombachas aquí con un gran énfasis en los hombros, enmarcados en los ochentas. escotes de corte en V, delicadas tiras, y boleros con menos peso. Caprichos, como sus moños llevados a escalas exageradas, sus también famosas cinturas envueltas y su exploración gráfica que pasó por flores como la del borrachero, endémico de los andes suramericanos, o tinajas propias de cualquier cultura ceramista del interior Colombiano, piezas que resuenan con el enaltecimiento de todo lo étnico y artesanal en la moda global y que en parte ya habían sido mostradas dentro del circuito Neoyorkino y se pueden conseguir en pre orden a través de moda operandi.
Énfasis en los hombros, también descubiertos, prestos a bailar los hitos salseros que acompañaron su pasarela y que evocan el Caribe y la Cali que vio nacer a Ortiz. Caprichos, como el factor sorpresa en los reversos de los atuendos, además del ejercicio global y transcultural de incluir un artista norte americano cuyo trabajo se rige por la geometría, el color y la forma, y la apuesta estilística propiamente parisina de mini faldas, y botas de caña alta, con tinte 'wild west' y cinturones a juego de doble chapa.
Lo más importante del ejercicio de Johanna Ortiz es que de cara a una era post industrial presa de la
globalización, su diseño (tan emulado en la escena nacional) encabeza una de las armas con que Colombia puede competir en el
voraz mundo del diseño, pero ademas de la selección cultural, poniendo de manifiesto
los valores y la riqueza de nuestro país y región, no solo en los cuerpos de su
afamada clientela sino en los del mundo
entero a través de las reproducciones y la filosofía que da vida
a sus creaciones. Johanna Ortiz persigue consolidar su nombre como una marca de estilo de vida con sellos
reconocibles: cuyos pilares exitosamente buscan revitalizar el 'Romanticismo
Latinoamericano' el 'Realismo Mágico' y la mezcla de atributos que consolidan
el potpourri de mitos, artesanía y referentes que componen la Colombia y la América Latina de hoy.
Propone cambios a su estilizada estética tropical, algunas de sus mujeres aparecen menos acartonadas, sin peso, de siluetas más cortas de lo que se les acostumbra. Descalzas, en un llamado actual a la comodidad y lo desenfadado, al mismo tiempo con una colección que presenta la formula comercial de las inter-estaciones: con prendas de todo tipo, para cualquier clima, en lo que parece seguirle consolidando como la marca más prometedora del diseño colombiano. Ejercicio que han hecho calar nombres como los del Dominicano Oscar de la Renta o la Venezolana Carolina Herrera, capaces de colarse en las esferas de marca global y las capitales de la moda americana y europeas como precursores de una estética femenina y romántica que enaltece la figura, explora con el color, la exuberancia de la fauna y la flora, el movimiento y ritmo que nos descifra como Latinos, así como de los delicados referentes que revisten a la mujer de alcurnia en sus encantos más clásicos como osados, todos fundamentales como aportes a la liberación, máxima que suelen encarar usualmente solo las propuestas más subversivas y transgresoras.
Es una validación de que los pilares de la mujer Latina, desde su sensualidad, feminidad y refinamiento en el imaginario de lo global, continúan seduciendo, 'encaprichando' las esferas de poder y, la decisión de compra alrededor del mundo. Y, es la validación de que la única forma de construir una mega-marca es siñendose a sus sellos y haciendolos funcionar en el tiempo y la transculturalidad hasta hacerlos globales.
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